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Kim: la que no se olvida

No todas las personas brillan. Algunas simplemente iluminan.
Y entonces está Kim, que no solo ilumina…
te deja con la boca abierta.

Tiene 22 años, viene de Puerto Rico, y con solo mirarla entiendes que es diferente. No por lo que dice aunque siempre tiene algo que vale la pena escuchar, sino por cómo lo dice, cómo se mueve, cómo vibra. Hay algo en su presencia que atrapa. Que te hace girar la cabeza y querer saber más. Y cuando te das cuenta, ya estás ahí, envuelto en su mundo, sin querer salir.

Lo primero que ves y que no puedes dejar de ver son sus trenzas. Perfectas, impecables, con ese estilo que grita identidad y fuerza. Cada trenza parece contar una historia, llevar un ritmo, un pedacito de cultura y carácter. Cuando camina, sus trenzas se mueven como si marcaran el compás de una canción que solo ella conoce. Y tú, sin saber cómo, ya estás siguiéndola, ya estás bailando en su onda.

Pero Kim no es solo estilo.
Es alma, es corazón, es pura chispa.

Tiene una simpatía tan natural que es imposible no sonreír cuando estás con ella. Puede hacerte reír con una mirada, con una frase dicha en el momento justo, con esa mezcla de picardía e inteligencia que la hace única. Habla con el corazón en la mano, sin rodeos. Es auténtica, sin miedo a mostrarse tal como es. Y eso, en un mundo lleno de máscaras, es simplemente magnético.

Con Kim no hay momentos vacíos.
Cada conversación, cada silencio compartido, cada mirada tiene algo especial. Te hace sentir que el tiempo va más lento, que no hay prisa, que solo importa estar ahí, con ella. Porque hay algo en su forma de ser que te abraza sin tocarte, que te llena sin pedirte nada.

Y no hablamos solo de simpatía. Hablamos de energía. De esa vibra que se siente cuando entra a un lugar y cambia la atmósfera sin esfuerzo. De esa mezcla de fuerza y ternura, de carácter y dulzura, que te envuelve sin darte cuenta. Kim es fuego suave. Es calma con ritmo. Es esa persona con la que todo parece más fácil, más bonito, más tú.

¿Y sabes qué es lo más peligroso?
Que una vez que pasas un rato con Kim, ya no quieres irte.
Una hora se siente como cinco minutos, y cinco minutos se sienten como un regalo.

¿Te atreves a conocerla?